Del 10 de febrero al 30 de marzo de 2011
Esta exposición es una continuación de la anterior presentada en esta misma galería. Cada cuadro es un soporte, un folio de grandes dimensiones, en el que las formas se distribuyen por la superficie con intención narrativa.
En Arabescos el espacio se articula a través de una complicidad de gestos encarnados en una simbiosis entre la forma y el adorno. Pintura y caligrafía se muestran como la misma cosa.
El arabesco que, entre nosotros, se identifica habitualmente como adorno es más que eso en aquellas culturas que han limitado en sus manifestaciones plásticas la presencia figurativa. El arabesco se hace aquí protagonista en toda su plenitud apoderándose de la escritura y de la imagen al mismo tiempo.
En estas obras, la figura humana aparece como un arabesco más que acompaña caligrafías de otras culturas. Expresiones que se asoman al espectador como gestos sugerentes conformando, en su conjunto, un carnaval del mundo. Una polifonía de actitudes para ser contemplada. Cada cuadro deja de ser un objeto aislado para formar parte de un conjunto escritural próximo a los capítulos de una novela o a los poemas de un poemario. Figuras, adornos, manchas… se unen en una apariencia armónica para terminar por construir un lenguaje propio.
Aparece, de nuevo, la memoria vertebrada como viaje y desplazamiento a través del tiempo y de cartografías que se refieren a la historia como diacronía y al presente como espejo de aquélla. La pintura, puede convertirse entonces en un largo diario y el pintor en un nómada cuyas huellas están presentes ─”cualquier lugar es un laberinto de signos”, dice el artista- señales fragmentadas que asoman esparcidas en la geografía no menos fragmentada de sus trabajos.
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